¿Qué formamos cuando formamos?

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Escrito por Aquilino Lousa

 

El profesor de matemáticas plantea a los alumnos el siguiente problema: “la mamá de Carlitos tardó dos horas en planchar la ropa, una hora en preparar la comida y tres horas en limpiar la casa, ¿cuánto tiempo tardó la mamá de Carlitos en hacer las tareas domésticas?”.

 ¿Para qué sirve este problema?, ¿qué busca el profesor con el mismo? No lo sé, lo que tengo claro es lo que transmite: el rol de la mamá de Carlitos consiste en realizar las tareas de casa.

Cada vez tengo más claro que lo importante de la formación no es lo que está en el programa, en el currículum, en los libros de texto (objeto inútil que hace más daño que bien y que debería ser desterrado), lo verdaderamente importante son las actitudes, principios y valores que los maestros comparten, desarrollan y potencian en sus alumnos. Esto que llamamos el currículum oculto es lo que realmente queda, son las lecciones que en el fondo recordamos.

 Un día escuché en la radio un relato que decía:

“Querido maestro:

Asistí a todas tus clases.

Aprobé todos tus exámenes.

Superé tus asignaturas.

Pero jamás, jamás,

ME DISTE UNA LECCIÓN”

Recuerdo tres maestros que me dieron lecciones que nunca olvidaré, (sólo citaré las buenas lecciones):

 Primera clase de literatura, 2º de BUP, ya llovió. Teníamos un “profe” nuevo, nos sentamos con cierto temor ante ese personaje del que nos habían hablado mal y una asignatura novedosa. Primero una sorpresa, empezó a repartir comics, mortadelos, zipiszapes, rompetechos… Lo segundo una bronca porque nadie se reía. Más adelante nos contagió su amor por los libros, por bucear buscando emociones y reflexiones escondidas entre las líneas de Dostoyevski, Kafka, Vargas Llosa, Rosalía… así, mientras en los otros centros se tragaban “El Quijote” y el “Poema del Mío Cid” (lecturas fascinantes para los 15 años, ¿O no?), nosotros leíamos “Pantaleón y las visitadoras”, “Crimen y Castigo”, “Longa noite de Pedra”, “Carta al Padre”, Pio Baroja. Desde ese momento, estos autores y estos libros son referencia y compañeros inseparables.

 6º de EGB, clase de lengua. No entendíamos nada, nuestros padres menos, en lugar de estudiar el complemento directo y la voz pasiva, nos pasábamos las tardes haciendo redacciones y las clases exponiéndolas. Cuando nos reunimos compañeros de esa época, aun nos reímos con las exposiciones de algunos de ellos. Perdimos el miedo a hablar en público, a compartir experiencias y aficiones, a respetar al compañero que está en el escenario… y estas son algunas de las claves de mi trabajo.

 Aprendí a ser crítico, a desconfiar de los dogmas y de las grandes verdades en 7º de EGB. Había una asignatura llamada Ciencias. ¡Qué gran maestro tuvimos!, en lugar de memorizar fórmulas de la aceleración y de los planos inclinados, construíamos circuitos eléctricos, juguetes electrónicos. Soltábamos canicas por rampas y medíamos el tiempo que tardaba en detenerse y la distancia recorrida, alterábamos el ángulo de la rampa. Competiciones de aviones de papel…. “No estudiamos nada”, pero… ¡aprendimos tanto!

 ¡A vosotros tres, estéis donde estéis, gracias! Parte de lo que soy se lo debo a esas canicas, a esas exposiciones, a esas lecturas. Estas lecciones nunca se olvidan.

 Por todo ello, considero que la formación siempre implica desarrollo personal, el currículo oculto nos ayuda a crecer, a desarrollarnos, a madurar. Mi mayor satisfacción en el aula es cuando se agita la conciencia de los alumnos, que se cuestionen lo obvio y que esto genere un proceso de cambio y desarrollo.

Escrito por Aquilino Lousa

 

El profesor de matemáticas plantea a los alumnos el siguiente problema: “la mamá de Carlitos tardó dos horas en planchar la ropa, una hora en preparar la comida y tres horas en limpiar la casa, ¿cuánto tiempo tardó la mamá de Carlitos en hacer las tareas domésticas?”.

 ¿Para qué sirve este problema?, ¿qué busca el profesor con el mismo? No lo sé, lo que tengo claro es lo que transmite: el rol de la mamá de Carlitos consiste en realizar las tareas de casa.

 Cada vez tengo más claro que lo importante de la formación no es lo que está en el programa, en el currículum, en los libros de texto (objeto inútil que hace más daño que bien y que debería ser desterrado), lo verdaderamente importante son las actitudes, principios y valores que los maestros comparten, desarrollan y potencian en sus alumnos. Esto que llamamos el currículum oculto es lo que realmente queda, son las lecciones que en el fondo recordamos.

 Un día escuché en la radio un relato que decía:

“Querido maestro:

Asistí a todas tus clases.

Aprobé todos tus exámenes.

Superé tus asignaturas.

Pero jamás, jamás,

ME DISTE UNA LECCIÓN”

Recuerdo tres maestros que me dieron lecciones que nunca olvidaré, (sólo citaré las buenas lecciones):

 Primera clase de literatura, 2º de BUP, ya llovió. Teníamos un “profe” nuevo, nos sentamos con cierto temor ante ese personaje del que nos habían hablado mal y una asignatura novedosa. Primero una sorpresa, empezó a repartir comics, mortadelos, zipiszapes, rompetechos… Lo segundo una bronca porque nadie se reía. Más adelante nos contagió su amor por los libros, por bucear buscando emociones y reflexiones escondidas entre las líneas de Dostoyevski, Kafka, Vargas Llosa, Rosalía… así, mientras en los otros centros se tragaban “El Quijote” y el “Poema del Mío Cid” (lecturas fascinantes para los 15 años, ¿O no?), nosotros leíamos “Pantaleón y las visitadoras”, “Crimen y Castigo”, “Longa noite de Pedra”, “Carta al Padre”, Pio Baroja. Desde ese momento, estos autores y estos libros son referencia y compañeros inseparables.

 6º de EGB, clase de lengua. No entendíamos nada, nuestros padres menos, en lugar de estudiar el complemento directo y la voz pasiva, nos pasábamos las tardes haciendo redacciones y las clases exponiéndolas. Cuando nos reunimos compañeros de esa época, aun nos reímos con las exposiciones de algunos de ellos. Perdimos el miedo a hablar en público, a compartir experiencias y aficiones, a respetar al compañero que está en el escenario… y estas son algunas de las claves de mi trabajo.

 Aprendí a ser crítico, a desconfiar de los dogmas y de las grandes verdades en 7º de EGB. Había una asignatura llamada Ciencias. ¡Qué gran maestro tuvimos!, en lugar de memorizar fórmulas de la aceleración y de los planos inclinados, construíamos circuitos eléctricos, juguetes electrónicos. Soltábamos canicas por rampas y medíamos el tiempo que tardaba en detenerse y la distancia recorrida, alterábamos el ángulo de la rampa. Competiciones de aviones de papel…. “No estudiamos nada”, pero… ¡aprendimos tanto!

 ¡A vosotros tres, estéis donde estéis, gracias! Parte de lo que soy se lo debo a esas canicas, a esas exposiciones, a esas lecturas. Estas lecciones nunca se olvidan.

 Por todo ello, considero que la formación siempre implica desarrollo personal, el currículo oculto nos ayuda a crecer, a desarrollarnos, a madurar. Mi mayor satisfacción en el aula es cuando se agita la conciencia de los alumnos, que se cuestionen lo obvio y que esto genere un proceso de cambio y desarrollo.