Escrito por Alberto Chouza
-Dígame cómo se define: mindundi o panoli -me apremia a contestar el entrevistador.
-Aunque mindundi suena a una globalidad muy propia de estos tiempos, puestos a elegir me identifico más con panoli. Al menos comparte raíz gramatical con mi nombre, Pantaleón, y en ciertos ambientes tendría alguna posibilidad de pasar por jugador de futbol italiano, de la Juventus en concreto, con las ventajas que ello conlleva.
-Buena elección -me dice-. Está seleccionado. Comienza el próximo lunes a las 7:47 de la mañana. No vale poner el despertador y no se olvide de traer sus herramientas. Panoli.
De pronto me desperté sofocado, alterado y cabreado, todavía con las últimas palabras del entrevistador resonando en mi cabeza. Lo primero que vi al abrir los ojos fue el poster que me regalaron en la última sesión de outplacement y que colgué en la pared de mi habitación. “Para cumplir tus sueños, despierta” ponía en grandes letras sobre un dibujo de un amanecer en el que había tantos colores que mirarlo molestaba los sentidos. Me giré, no sin dificultad, y en la otra pared pude ver sobre el tablero de corcho una cartulina del último curso de búsqueda de empleo al que había asistido y en el que estaba escrito: “Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así, aprovecharlo o que pase de largo depende en parte de ti”. Mensajes positivos desde el primer momento, nos habían dicho.
Ante este panorama cerré de nuevo los ojos y traté de volver a dormirme pero me asustó pensar que una vez dormido podría tener una nueva entrevista de selección o una pesadilla, algo que cada vez me estaba ocurriendo con mayor frecuencia.
Todo había empezado hacía unos meses cuando un día en mi empresa me llamaron a la oficina de Personal. Vamos a iniciar un proceso de desvinculación de manera inminente, me dijo el denominado responsable del Área de Desarrollo y Capacitación de Personas. Aunque no esperaba la noticia, me sorprendí a mi mismo con la contestación. Lo entiendo, le dije, tiene que ser inminente para contrarrestar la vinculación paulatina con la que me incorporé a la compañía en su momento. Primero tres meses de becario sin ninguna paga, luego otros tres con una beca que cubrían los cafés de media mañana, después dos meses en los que trabajé pero no se pudo tramitar el alta, pendiente de la firma de Dirección y posteriormente el contrato a media jornada. Vaya, me sorprende que usted en persona me lo comunique y no la máquina de café a la que he sentido mucho más próxima durante estos años.
Su reacción ante mis palabras es preferible no evocarla en este momento ya que distorsionaría en exceso la armonía de esta historia. Simplemente dejémoslo en que le faltaron, y no por este orden, flexibilidad, templanza y sensibilidad, cualidades fundamentales en todo buen responsable de Capacitación y Desarrollo de Personas. Por lo que sé, un tiempo después también fue desvinculado y su enfoque profesional se orientó al área comercial en vending, con lo cual es probable que ya me haya superado en afinidad con las máquinas de café.
A partir de ese momento comienza mi peripecia personal en la búsqueda de nuevos horizontes profesionales en la que, a modo de película de aventuras, me he encontrado de casi todo: muchos fantasmas, algún héroe, villanos, gurús de pacotilla, persecuciones, huidas, ladrones, intriga, amor, fanáticos, emprendedores, zoombies, etc. Lo que apenas aparecen son subvenciones y ayudas que al parecer ya han dejado de estar de moda. A lo largo de esta historia irán desfilando todos ellos. Incluso en ocasiones serán las mismas personas en diferentes papeles. De esos hay unos cuantos.
Dudo en cómo calificar esta aventura. Bien puede ser una travesía por el desierto, pero también un paseo por las nubes o bailando con lobos. Para algunos tal vez le encajen mejor denominaciones más de la new age, como una mirada introspectiva al centro de ti mismo, en busca de la riqueza interior que atesoras o reinventando tus propios paradigmas. Que cada cual le ponga el que más le guste una vez hayan leído la historia. Si llega al final, claro. Como yo soy el protagonista hago un guiño a uno de mis escritores favoritos y me permito poner el título: Pantaleón y las disparatadas entrevistas de selección.
Imbuido del espíritu emprendedor que me ha impregnado esta etapa vital que me ha tocado vivir, les informo de que este libro no es nada más que el primer paso. El videojuego, que es el segundo, está al caer. La app vendrá a continuación. Una start-up que he impulsado desde mi cambio de paradigma y reinvención personal está trabajando en ello.
Imagen: h.koppdelaney / Foter.com / CC BY-ND